El coste de la gestión de los residuos radiactivos en España
(que se paga a través de la tarifa eléctrica y por las empresas que precisan
sus servicios, ya sean eléctricas, hospitales, laboratorios de investigación,
etc.), según los cálculos de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos S.A.
en su 6º Plan General de Residuos Radiactivos, será de cerca de 13.800 millones
de euros. Este cálculo se extiende hasta el año 2070, y no incluye los costes
ni ingresos de años posteriores (la radio toxicidad de los residuos se mantiene
durante decenas de miles de años).
En Alemania es el Estado quien paga los costes derivados de
los residuos directos (barras de combustible gastadas), materiales contaminados
en las plantas de energía y por la extracción del plutonio y uranio, así como
por otros residuos radiactivos, como los generados en hospitales o
universidades, y por los costes de almacenaje de estos residuos, puesto que la
industria carece de suficientes fondos para hacerlo.
Los costes de construcción de las centrales nucleares han
sido tradicionalmente mucho más altos de lo estimado. En EE.UU., un estudio de
75 de sus reactores nucleares muestra que sus costes construcción fueron más
del 322% de lo presupuestado. También en la India, el país con la experiencia
más reciente en construcción de reactores nucleares, sus últimas 10
instalaciones han sobrepasado su presupuesto en una media del 300%. Parte del
incremento de los costes de construcción se debe al aumento de tiempo necesario
para la misma: de los 66 meses de media requeridos a mediados de los 70 se ha
pasado en la práctica a una media de 82 meses (casi 7 años) entre los años 2000
y 2005.
El coste de desmantelamiento de las centrales nucleares ha
demostrado37 ser mucho más elevado de lo previsto. Por ejemplo, el
desmantelamiento de la central de Yankee Rowe (Massachusetts, EE.UU.) costó
unos 450 millones de dólares, en comparación con los 120 millones previstos
inicialmente. Aunque hasta ahora han sido pocas las plantas desmanteladas, en
los próximos años muchas alcanzarán el final de sus vidas previstas, y deberán
ser desmanteladas.
Según el Secretariado de la Conferencia Internacional de
Energías Renovables de 2004, la nuclear es la fuente de energía que menos
empleo genera por unidad de energía producida. Menos que cualquier energía renovable.
Pero también es cierto que es algo propio de la tecnología, hay más obreros
disponibles y además los utilizados son de alta capacidad intelectual con lo
cual al ser un sueldo no tan bajo, el PBI tampoco decrece, es decir, que
favorece la ocupación intelectual, que es la más elevada de las ocupaciones y
poco valorada, gracias a la cual existen las computadoras.
Está excluida de los mecanismos financieros del Protocolo de
Kioto, que impone penalizaciones a las empresas emisoras de gases de efecto
invernadero, ya que la energía nuclear los genera de forma indirecta. Esta
decisión se concretó en julio de 2001, en la Cumbre de Bonn del Convenio Marco
de Protección del Clima.
Las plantas de energía nuclear no pueden ser aseguradas sólo
por aseguradoras privadas. En 2005, el importe máximo de un seguro para una
planta nuclear en EEUU era de 300 millones de dólares. Los costes de un posible
accidente nuclear grave podrían ser mucho mayores, por lo que se estableció un
fondo (llamado fondo Price-Anderson), que es financiado por las propias
empresas, que cubriría cualquier exceso de dichos 300 millones de dólares (en
2006 dicho fondo era de 9500 millones de dólares). En el caso de España, según
un borrador del Anteproyecto de Ley de Responsabilidad Civil por Daños
Nucleares, que refleja los convenios internacionales que regulan esta
actividad, las empresas gestoras de centrales nucleares deben establecer una
cobertura de responsabilidad civil por valor de 1200 millones de euros, pero
las aseguradoras que operan en el país (al igual que en otros) no disponen de
capacidad suficiente para prestar la garantía, por lo que la tarifa eléctrica
deberá cubrir dicha garantía para los daños no asegurables, que finalmente resultaría
en el pago de una prima al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.
Según la revista de negocios norteamericana Forbes, "el
fracaso del programa nuclear de Estados Unidos se considera como el mayor
desastre empresarial en la historia de los negocios".
El Banco Mundial afirma que "otorgar un préstamo
bancario al sector energético requiere una revisión de las políticas, las
instituciones y las inversiones del sector. Las centrales nucleares en el
sector energético no son económicas; son un enorme despilfarro".